Movimiento Cielos Limpios

Nos unimos frente a la intervención climática

Personas autoconvocadas del territorio argentino proponemos el encuentro de diversas miradas críticas no hegemónicas sobre la evidente intervención del clima y sus consecuencias para la tierra y la salud de sus habitantes.

¿Qué es la GEOINGENIERÍA?

Se trata de un conjunto de investigaciones e intervenciones tecnológicas que vienen desarrollándose hace más de un siglo sobre la atmósfera terrestre, mayormente a espaldas de la sociedad, cuyo objeto es manipular intencionalmente el clima y tiempo meteorológico.

Estas intervenciones, promovidas y avaladas desde ámbitos corporativos, científicos y militares, tienen graves consecuencias para los ecosistemas, la salud de la población y graves implicancias geopolíticas.

Historia

En las últimas décadas se han desclasificado varias operaciones militares de rociado químico y biológico sobre la población civil, en EE.UU. y Reino Unido, con la excusa de simular un ataque enemigo. Por ejemplo la operación LAC (Large Area Coverage), que en 1957 dispersó sulfuro de zinc cadmio y Bacilus globigii sobre áreas densamente pobladas de EE.UU.

La más famosa intervención de geoingeniería militar fue la llamada “Operación Popeye”, durante la guerra de Vietnam. El ejército de EE.UU. utilizó la técnica denominada “siembra de nubes” para alterar el ciclo de los monzones y extender la temporada de lluvias, perjudicando así la logística de las tropas vietnamitas. En 1972 dicha operación tomó status público al filtrarse la información al New York Times y fue detenida por la presión pública a través del congreso estadounidense, lo cual llevaría a su posterior prohibición en aquel país en 1976.

Actualmente la historia de la geoingeniería, que continuó profusamente después de la segunda guerra mundial hasta la actualidad, está convenientemente invisibilizada para la opinión pública.

¿Es legal?

Su prohibición con fines bélicos y hostiles fue formalizada en el tratado ENMOD, firmado por 48 países ante la asamblea general de la ONU en 1978. Posteriormente han adherido otros estados a dicho tratado, incluyendo Argentina. 

Sin embargo, inclusive tras su prohibición en el tratado de ENMOD la geoingeniería continuó investigándose y desarrollándose, a menudo a espaldas de la población. Esto se evidencia a través de los numerosos papers, documentos gubernamentales y patentes registradas hasta la actualidad. Por ejemplo, la emblemática patente Welsbach (1991) propone la dispersión de partículas metálicas en la atmósfera para combatir el llamado cambio climático.

¿Qué están rociando?

Gobiernos y corporaciones reconocen abiertamente la dispersión en la atmósfera de yoduro de plata, como sucede en la provincia de Mendoza con la «lucha antigranizo». Varios científicos, incluidos investigadores del CONICET, consideran una opción el rociado de dióxido de azufre (que frecuentemente deriva en ácido sulfúrico) para generar sulfatos microparticulados, como herramienta de mitigación climática.

Pero no se trata solo de eso; a partir de operaciones desclasificadas, publicaciones científicas y análisis de laboratorio se conoce la presencia en la atmósfera y el agua de altos niveles de partículas de hollín y metales como bario, aluminio y estroncio además de los ya mencionados, provenientes de la actividad aeronáutica. 

Las emisiones detectadas de estas partículas, capaces tanto de levitar como de precipitar, y de material sintético y biológico, deberían ser suficientes evidencias para investigar a fondo qué está sucediendo en nuestro espacio aéreo desde los ámbitos competentes.

Situación actual

 

Hoy en día desde el ámbito político-científico se busca instalar la idea de que la geoingeniería (civil) es una propuesta novedosa, de carácter teórico, cuya implementación lejana está sujeta a la discusión en torno a la “emergencia climática”, donde sólo se usaría como “plan B” en un futuro de apocalipsis climático.

 

El ejemplo paradigmático de esta visión es el proyecto SCOPEX (Experimento Controlado de Perturbación de la Atmósfera), impulsado por Bill Gates y liderado por la Universidad de Harvard, que propone utilizar la inyección estratosférica de aerosoles (SAI) como respuesta frente a una inminente crisis climática. No es, sin embargo, el único proyecto que pretender ponerle una “mediasombra” (química) a la tierra.

El discurso oficial

Desde la ciencia hegemónica se argumenta que la geoingeniería se trata sólo de «modelos teóricos y simulaciones», minimizando o negando las dispersiones clandestinas de tóxicos en la atmósfera. Un ejemplo paradigmático de estos modelos sería la Gestión de la Radiación Solar (SRM), y más específicamente la Inyección Estratosférica de Aerosoles (SAI). David Keith, profesor en la Universidad de Harvard, es uno de los principales impulsores a nivel mundial de esta tecnología, que propone la dispersión de partículas de sulfato, metales y/o o gases en la alta atmósfera como paliativo al «cambio climático». 

A menudo se afirma que los rastros químicos que persisten por horas en el cielo (conocidos popularmente como chemtrails) son “estelas de condensación de vapor de agua” o contrails. La realidad es que los contrails se dispersan en cuestión de segundos por la inestabilidad de sus cristales, y se forman sólo en condiciones climáticas muy específicas.

Cambio climático

No es posible hablar de cambio climático omitiendo convenientemente la historia de la manipulación de la atmósfera y sus devastadoras consecuencias. Posiblemente la geoingeniería clandestina (o involuntaria, como se la llama desde la narrativa dominante) producida por la aviación, sea la mayor causante del cambio climático que percibimos en los últimos años.

A menudo los científicos que cuestionan el supuesto consenso sobre el cambio climático son tildados de «negacionistas» por la narrativa dominante. Sin embargo se trata de miles de voces calificadas, tales como el Premio Nobel de Fisica, John Clauser, quienes no acuerdan con la visión del IPCC, un organismo dependiente de la ONU, de tintes más políticos que científicos.

En la narrativa propuesta por estos organismos se responsabiliza al CO2 del aumento de la temperatura. Este «calentamiento» se achaca a los hábitos de vida del ciudadano de a pie, pero poco y nada se advierte sobre los graves desastres ambientales provocados por los grandes intereses militares, económicos y políticos.

Medioambiente y Salud

La intervención de la atmósfera no es gratuita; una de las mayores consecuencias es la destrucción de la capa de ozono, que filtra las radiaciones solares nocivas para todos los seres vivos.

Con el uso de la geoingeniería se ven alterados los ciclos naturales como el hidrológico. Además los químicos dispersados en la atmósfera se depositan en el suelo y el agua, impactando en la producción de alimentos y en el agua para consumo.

Por si esto fuera poco la geoingeniería produce graves daños en la salud humana, producto de la inhalación de micro partículas como los sulfatos; y metales como bario, estroncio y  aluminio, que por tratarse de partículas microscópicas son plausibles de ingresar al torrente sanguíneo y atravesar la barrera hematoencefálica.

¿Qué podemos hacer?

Desde el Movimiento Cielos Limpios consideramos que la difusión de la problemática es vital para lograr una masa crítica capaz de poner un freno a quienes juegan con nuestro medioambiente y nuestra salud.

Nuestra misión es investigar en profundidad y proporcionar información fidedigna para poder abordar y accionar desde distintas vías, tanto legales como formativas y comunicacionales.

Parte del problema es la ingeniería social detrás de la información disponible sobre este tema, sembrando falsas teorías o discusiones, para mantener esta temática tachada de «teoría de la conspiración», cuando la evidencia de que se trata de algo bien real es abrumadora.

Te proponemos: informate con fuentes confiables, difundí, encontrate con otros, pensá estrategias, accioná en la forma que creas más oportuna. Estamos acá para darte apoyo en la defensa de nuestros cielos y todo lo que albergan. 

¡Contamos con vos!

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